L'èxit va ser recollit pel periodista Àlex Holgado, que va publicar el següent article al Diari de Sabadell.
Anada i Tornada de poesía contemporánea Catalunya-Quebec, celebradas en la Casa Taulé. Una docena de poetas y traductores han compartido doce intensivas horas durante las cuales han pasado del francés al catalán y viceversa poemas de los quebequeses Anthony Phelps y France Mongeau, el sabadellense Josep M.Ripoll y Margarita Ballester. El año que viene se publicará el libro con el trabajo realizado.
En tres clases como tres dormitorios del segundo piso, pasa de puntillas una ilación de palabras. La Casa Taulé de la Alliance Française, con su espíritu de suelo noble que debiera crujir, acoge sesiones de poetas en conspiración contra los idiomas.
Antoni Clapés oficia una misa ante el retablo del portátil, en el que un traductor invisible transubstancia el francés en pan que llevarse a la boca y los oídos. Pero Clapés desconfía, igual que los sacerdotes heterodoxos, de la facilidad de la informática.
‘Toit’ (techo) y ‘rature’ (tachón) son suficientes para detener el tren y revisarles las hélices al tiempo. Hay que beber más del hondo pozo del idioma. Y Roc Casagran es el joven héroe que encuentra dos demonios iguales en una estrofa.
Los diccionarios de francés espían las manos de los traductores, esperando morderles en passé composé. Hay un rumor febril de cerebros o de juguetes. La lluvia cuenta sílabas en la caja de marquetería de las ventanas. El poeta Anthony Phelps es en un señor mayor, seguido de
su esposa, sube las escaleras de la Casa Taulé con fatiga, por el caracol de la vida. Su pelo cano arde contenido por una tulipa invisible. Conserva algo de Haití, una redondez frente a las altas torres de Quebec, un Caribe afable.
Víctor Sunyol se cansa de tener razón y se distribuye por las habitaciones, tomando fotografías, disparando flashes de palabras que no dice, que sólo piensa sin querer o que dice pensando en otras instantáneas. Luego, hará una facilidad o una diversión con los versos.
Josep Maria Sala-Valldaura maneja la autoridad de las patillas de la cátedra, de los borrones en el haz de verduras que trajina como si fueran papeles. Se le desprende, como una siembra, un polen de tipografías y sonríe sabiendo algo incógnito.
En la mesa alargada por las horas de clases aburridas en el tablero, juegan las cuartillas al escondite. Desorden.
France Mongeau tiene la mirada inteligente y dura, morena y resuelta, de las dos mujeres de Rafael en el juicio de Salomón. Parece vigilar, asida a la balsa del diccionario, que no destripen demasiado a sus hijos. Mientras, el ovillo de los vocablos por desenredar, rueda bajo la mesa y alguien llora en silencio porque no encuentra al gato. El gato es siempre la poesía, claro.
En otra escotilla se trama lo contrario: francés a partir de poemas en catalán. Joaquim Sala Sanahuja susurra igual que se dice Sorbonne, Robert Ferrer batalla como Bataille y Josep Maria Ripoll acuña su numismática de númenes.
Margarita Ballester me mira. A una traductora se le clavaun verso afilado demasia dolargo y todos giran con losgiros y la agonía se diluye enla boca del cenáculo. Ballester me mira con el zibaldone de sus poemas.
Soy el periodista insecto que enturbia el airere concentrado.«¿Quiere el texto?», me inquiere al quebequesa Mongeau.
Antoni Clapés, coorganitzador de les jornades com a responsable de l’editorial Cafè Central, considera que aquesta experiència és profitosa per a tots.
«Per al propi poeta, l’experiència el remet a qüestionar-se profundament, ell mateix, les arrels de la seva poesia, ja que els traductors l’interpel·len sobre el sentit de cada vers, de cada mot. I això no és fàcil de respondre... justament perquè la poesia no és una ciència exacta, més aviat tot al contrari». «Per als traductors –continua Clapés–, treballar enfront del poeta resulta molt estimulant: ja sabem que és molt més important dominar la llengua d’arribada i la tradició literària pròpia que no pas saber molt de la llengua original: com que es treballa en equip, un mateix s’enriqueix amb les aportacions dels altres».
Per la seva banda, el sabadellenc Roc Casagran considera que aquestes sessions «suposen una bona ocasió perquè persones interessades en la poesia i en la traducció es trobin, i això, ja de per si, és positiu» i destaca la faceta «social» d’aquest treball. «És un exercici interessant –analitza–, més enllà dels resultats, que crec que són realment excel·lents» i «dedicar una hora a un sol poema és un luxe». Casagran apunta també «l’enriquiment personal» que suposa «poder preguntar a l’autor què volia dir una expressió o per què va escollir una paraula i no una altra».
«Crec –conclou– que de vegades acabem descobrint coses que ni el mateix poeta sabia què hi havia. I això és bo. És una forma de donar vida als poemes!».